viernes, 22 de enero de 2010

ESFUERZO FRENTE A ESPONTANEIDAD E IMPROVISACIÓN


Hace pocos días, la crítica de cine Nuria Vidal revelaba la gran contradicción que esconde el film “Dans les murs”: los chicos y chicas de un instituto de barrio han trabajado con esfuerzo y disciplina por hacer posible una película que los muestra como incapaces de hacer ningún esfuerzo.


Es clara la contradicción, y es que nuestra sociedad debe repensar a fondo la cultura del esfuerzo y del trabajo, especialmente la que quiere transmitir a los niños y a los jóvenes.

Tenemos una sociedad presentista y consentidora, con muy pocos niños, consumista y sobreprotectora, que tiende a buscar el afecto de los niños y los jóvenes a base de tolerancia y regalos; una sociedad en la cual la relación entre el niño y el adulto no se basa en la diferencia y el respeto, sino en esta falsa camaradería que se da entre un adulto que no acaba de querer serlo y un niño que se toma las prerrogativas del adulto.

A la vez tenemos una sociedad tremendamente competitiva, donde el éxito social y profesional pide un esfuerzo continuo, pero que esconde esta realidad bajo el espejismo de un éxito sin esfuerzo, mostrado desde los medios de comunicación como un “maná” que cae del cielo.

educación y esfuerzoCon más o menos sentido crítico, los educadores formamos parte de esta sociedad y a menudo la fuerza de la corriente nos hace ceder en aquello que debería ser la llave de todo proceso educativo: yo, que soy el adulto, establezco un marco de respeto, afecto y exigencia en el cual tú, niño o adolescente, deberás hacer el esfuerzo de crecer contra tus límites.

El abandono de este principio es muy propio de la sociedad de la hipermodernidad, y no tiene nada a ver con la pedagogía de la escuela progresista del siglo XX. John Dewey, el padre de la nueva escuela, rechaza explícitamente la improvisación, la falta de exigencia y la espontaneidad. Para él, el aprendizaje debe vincularse a la experiencia. Esto quiere decir que el profesor tiene que establecer una planificación que proporcione a los niños y jóvenes experiencias positivas, en la medida de sus posibilidades, que tengan continuidad y que sean interactivas, y advierte que esto significa un alto nivel de exigencia tanto por parte del alumno como del profesor.

Un proyecto educativo democrático del siglo XXI debe rescatar la cultura del esfuerzo como valor y como garantía de crecimiento individual y colectivo. Un esfuerzo con sentido, un esfuerzo continuado y sostenible. Este rescate no puede hacerse sólo dentro de los muros de la escuela. Deberá ser un proyecto social y cultural; que parta de las familias y que dé sentido al esfuerzo de los niños y los jóvenes conectando el mundo de la escuela con su vida cotidiana.

Quizás esto es lo que pasó en aquel instituto de París, cuando llegaron las cámaras para rodar una película.





Bajo mi punto de vista...


Hoy en día vivimos en una sociedad donde todo nos lo dan hecho, la vida de los niños está llena de comodidades, tienen acceso a cosas que antes eran inimaginables. Debido a los múltiples avances tecnológicos, han disminuido las dificultades de multitud de tareas, por lo que las cosas no requieren esfuerzo alguno, puesto que nos hemos acomodado de tal manera que queremos hacer únicamente lo que nos es sencillo, solo nos interesan las cosas que nos vienen dadas de antemano, una vida cómoda es lo que ahora quiere la gente. El esfuerzo ha quedado apartado de la vida diaria, todo lo que requiere un gran esfuerzo, lo tomamos como poco útil ya que no nos merece realizar esfuerzo alguno, puesto que, posiblemente, nos lo darán antes de lo pensado, lo conseguieremos sin hacer absolutamente nada.

Todo esto no se refleja únicamente en nuestra vida, sino que desempeña un papel importante en la educación, donde el esfuerzo también ha quedado desvalorizado, por lo que no es un dato importante a trabajar en la escuela y desempeñamos tarear relacionadas con la motivación, la relajación...

Dicen que este cambio de modelo educativo basado ahora en la motivación y relajación es el origen del descenso de la calidad de la educación de las nuevas generaciones. en parte esta nueva vida es un claro ejemplo de descenso en la calidad de la educación puesto que los alumnos prefieren no hacer nada, darles todo hecho no es la solución a mejorar el sistema educativo. Lo que tendríamos que hacer sería replantearnos el sistema educativo, utilizar los avances como recurso para la mejora, no como instrumento ahorrador de trabajo, volver a inculcar valores como el esfuerzo en lo que uno hace, el esfuerzo para conseguir lo que uno se proponga, sus sueños, sus metas. Otros valores importantes a su vez, son la espontaneidad e improvisación pero siempre teniendo en cuenta que la cultura del esfuerzo no ha de ser reemplazada. Podemos aunar todos estos valores, para que los alumnos recuperen las ganas de esforzarse, la espontaneidad y la improvisación, de manera que nos sirva educativamente ablando, es decir, los niños han de ser espontaneos y esto lo podemos trabajar en la escuela al igual, que la improvisación, pero también deberíamos tener en cuenta el esfuerzo, puesto que si nisiquiera se esfuerza , los otros valores tampoco serán empleados y darán fruto. Pienso que el esfuerzo no es todo malo, sino que nos ayuda, claro que también es importante que cada individuo reflexione sobre lo que verdaderamente quier ser, una máquina, un robot, al cual manejan, que no tiene identidad propia, no actúa por sí mismo, o una persona con actitud crítica, una persona que se involucre, que actúe tal y como crea, sin estar sometido a esa comodidad extrema en la que vivimos.




Una propuesta para hacer ver a los niños los verdaderos valores que han de recuperarse tanto en la educación como con la familia puede ser la lectura de cuentos, los cuales nos hacer ver ciertas realidades de la vida misma, que no queremos asumir, y nos pueden hacer ver valores que debemos recuperar, tanto el esfuerzo que es muy importantes como la espontaneidad e improvisación aspectos relevantes que nos pueden ayudar a alcanzar nuestras metas y nuestros sueños.






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